En invierno, me gusta tomar el té en una gran taza, bien caliente y sin prisa. Pero al final, siempre se me quedaba helado, hasta que se me ocurrió hacerle una funda de lana a la taza. Luego vi en Google, que la idea estaba más que inventada y me alegré de pasar a formar parte del club de los inventores... Mantiene el calor un buen rato, es muy agradable el tacto y no requiere de fuentes de alimentación externas.