
Bien mirado, no es un milagro, más bien es que soy cabezota y tengo claro que la gente (algún día) volverá a venir a esta plaza, cuando se dé cuenta de que aquí hay cosas que no es fácil encontrar en otros lugares. Me gusta cuando viene alguien de Tarragona incluso de ¡Barcelona! (y de más lejos) a mi tienda y me dice que allí no hay sitios como éste y admiran mis pendientes y la ropa y quieren probar las tartas y los tés... ¡En fin! Que me alegran la tarde.
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